Tumbado en la arena, de excursión por la montaña, paseando por la ciudad, las terrazas de los bares… encontramos colillas por todas partes, fumar puede matar dicen algunas cajetillas y también pueden contaminar. Anualmente se consumen 6 trillones de cigarrillos en el mundo, de las que 4,5 acaban sin control.
Una colilla contiene más de 8000 sustancias contaminante o al contacto con otros elementos los generan. 1 colilla puede contaminar 10 litros de agua. Además, tardan en degradarse más de ocho años.
Las colillas de cigarrillo suponen el 30% de la basura de todo el mundo, por delante de los plásticos, y el gran peligro medioambiental son aquellas colillas que no llegan a las depuradoras y acaban al mar o a los ríos.
¿Qué iniciativas llevamos a cabo en España?
En realidad, más bien pocas, aparte de repartir ceniceros portátiles en las playas o en edificios públicos existe solamente algunas iniciativas a nivel legislativo algunos ayuntamientos podrían multar por tirar colillas al suelo, en Madrid hasta 750€ y en Barcelona con 90€.
En otros países como Brasil se recogen las colillas y se llevan a plantas de desbroce y reciclaje.
Algunas grandes productoras de tabaco junto con otras empresas han desarrollado un sistema para separar las colillas en 3 componentes: hebras, papel y filtro. Las primeras se utilizan en el compostaje para el campo. El papel para la fabricación de cartón. Los filtros se desintoxican de componentes tóxicos y son utilizados como plásticos. El papel para la fabricación de cartón. Los filtros se desintoxican de componentes tóxicos y son utilizados como plásticos por ejemplo en pallets y bolígrafos. Para fabricar una silla de plástico se necesitan 200.000 colillas, pero para un cenicero unas 1.500.
Otra aplicación, las hebras de los filtros usados se mezclan con lana y crean tejidos seminaturales. La diseñadora chilena Alexandra Guerrero ha creado el proyecto Mantis y vende sus diseños creados en base a esta tela.
(Ropa del proyecto Mantis)
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