Investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón, pertenecientes a la Universidad Politécnica de Valencia, han desarrollado un hormigón celular nuevo a base de escoria de altos hornos y ceniza de cáscara de arroz y papel de aluminio doméstico. Un cemento del cual el 85% de los materiales empleados son residuos. Además, para su elaboración se ha generado un 78% menos de emisiones contaminantes.
El mayor reto de los investigadores radica en lograr un cemento procedente de materiales procedentes de residuos y que no contenga Clinker, un elemento básico en el cemento tradicional. Por ello se considera un gran avance, un cemento logrado gracias al reciclaje de residuos que en otras circunstancias no tienen ninguna utilidad y con una huella de carbono un 78% inferior, un gran avance a nivel internacional. Un logro que trataran de ir mejorando y a su vez estudiar su durabilidad y posibles aplicaciones.
Todo ello hace de este material el hormigón celular más ecológico del mundo. De tal modo que podría convertirse en el sustituto perfecto, limpio y más barato que el convencional. Además, al ser más aislante aumenta su eficiencia energética.
De momento los resultados son alentadores, pues ha superado todos los ensayos a los que se le ha sometido, desde resistencia, conductividad térmica, y densidad; logrando incluso valores muy similares a los del cemento tradicional.
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